jueves, 3 de abril de 2008

La Historia de "O"

Lo prometido es deuda; sin embargo he pensado que ésta no es precisamente una crítica de la película La Historia de "O" (Just Jaeckin, 1975), sino una serie de ideas delirantes que se me ocurrieron mientras me hallaba en mi tarea de dar forma a una asignación que no me gustaba.

Para los más curiosos y aventureros, esos delirios en forma de palabras se encuentran aquí.

Abrazos,

JF

“A ti clamamos los desterrados hijos de Eva”

Una fotografía de la madre, de la abuela; el recuerdo de la tierra en que nacimos, el cual se fragmenta en voces, en imágenes, en recuerdos, en nostalgias, que corren a través de la ventana de un tren que los aleja de su madre. Campo Santo de Sonia Pastecchia (2007), es un documental formado de entrevistas a emigrantes que cuentan las crónicas de sus viajes. Cada uno de los que hablan pertenece a una cultura diferente: Argentina, Albania, Macedonia, Bélgica, Ecuador. Todos ellos tan diversos en sus particularidades, confluyen en Italia. Abandonaron sus países en busca de algo más, oportunidades, sueños, libertad. Los motivos de cada uno pueden ser tan diversos como ellos mismo. Y debo decir sin embargo que todos en sus relatos recurren a un arquetipo que los une, que los identifica, en fin, que los hace humanos. Es la madre presente en sus recuerdos, es la tierra de donde nacen. Es la imagen de la Virgen María y su niño. La madre, como la tierra, da abrigo y seguridad, alimento y paz. Para el que migra, no hay aquello, pues esa feminidad añorada es un recuerdo y como tal se fragmenta en sus mentes. Se borra despacio pero sin desaparecer. Todos los entrevistados por Pastecchia mencionan a sus madres. Lo que más duele dejar es el origen, del que vinimos, son las raíces que en un país distinto, se quiebran hasta convertirse en nostalgia. Las primeras escenas del filme nos muestran esa fragmentación de voces y caras que pasan tan frágiles como hojas que vuelan en el viento. El espectador cuando piensa que las ha captado, pierde su sentido. Son sueños mal recordados, reconstruidos mil veces. Como individuos se forman de los pedazos de lo que fueron y de lo que son.
Muchos de ellos viajaron a un país extraño por dinero, por trabajo, y mandan lo que ganan a sus familias para que construyan una casa. La cámara recorre sus hogares actuales, vacíos, oscuros, laberínticos pues ésas no son sus moradas. Sus hogares están lejos, donde está el calor de la gente, donde se va a construir su casa verdadera que es la esperanza de edificar su origen en la tierra que los espera sólo a algunos. Se torna paradójico el sueño de tener un hogar donde ya no están. Es el calor del hogar que está condenado a ser lejano y extraño, aunque siempre conserve ese placer que tienen los niños al refugiarse en los brazos de su madre.
¿Qué es una fotografía?, ¿qué es la fotografía de una madre a la cual no acompañaste a morir?, ¿qué es un fotografía vieja que se destiñe por los años? Las fotografías no son más que imágenes del pasado, pero no son las personas; y estas imágenes son susceptibles al tiempo, al desgaste. Los entrevistados posan para la cámara, para convertirse en fotografías. No se mueven, se les sale una risa. ¿Qué son ellos para la familia que quedó en su patria? Son una foto que se quiebra en la esquina, que se torna amarillenta. Pastecchia logra hacer una analogía perfecta entre el recuerdo y la foto. Al igual que las imágenes, los recuerdos también están expuestos al tiempo y al olvido. Pero de ellos y de su fragmentación queda la esencia humana del arquetipo. Queda la madre y la tierra como nostalgia entre lágrimas y sonrisas.
Ahora, una mujer recorre un campo santo. Busca a sus muertos, a sus amigos. No visita a algunos porque ya no importan, ya son una foto tan vieja que los rostros son manchas de moho. El cementerio se transforma en símbolo del origen. Ella dice que la entierren ahí con una tranquilidad parecida a la de un niño que encuentra a su madre después de haberse extraviado.

miércoles, 2 de abril de 2008

¿Cuántas estrellas tiene tu hotel?

por maría belén moncayo

“Duermo en el piso como lo haré en la tumba” es lo que dice con trágica ironía uno de los obreros que protagonizan 9 Star Hotel, documental palestino-israelí, de 78´ de duración, realizado en 2006 por Ido Haar (Jerusalem, 1970). Haar, realizó con anterioridad dos cortos argumentales y otro largo documental: Melting Siberia (2004). 9 Star Hotel ó Malon Tisha`a Kochavim -si referimos su título original- ha sido parte de la Selección Derechos Humanos en importantes festivales de todo el mundo. Ganó el premio a la Mejor Película de esta selección en el 9º. BAFICI (Buenos Aires, 2007), por mencionar solamente uno de varios galardones recibidos.

En Hotel 9 estrellas un grupo de palestinos se gana precariamente la vida construyendo edificios lujosos en territorios ocupados por Israel. Su trabajo tiene un membrete clandestino y ellos son considerados ilegales. Los estrictos controles fronterizos les obligan a ocultarse en las colinas aledañas a la ciudad para conservar su trabajo. Que, por otro lado, significa mantener el sustento de sus familias y la continuidad de las plazas laborales. La colina, helada e inhóspita, es el sub-hogar donde recuerdan haber nacido, terminan de crecer, consideran reproducirse y tal vez van a morir. Sus casas de cartón, madera y plástico devienen en contenedores seguros de sus sueños; no así las que construyen donde la policía acecha sin tregua.

Ido Haar propone en este documental un fascinante retrato de la dignidad humana. Ver a través de sus ojos es aproximarse con profunda honestidad y compromiso hacia el presente de sus protagonistas: la noche a noche de sus mortecinas vidas. Sin embargo de esto, Haar se deja llevar por Muhammed y Ahmad, dos de los operarios que cobran mayor presencia en su obra. El humor negro del primero y los ensueños del segundo son material suficiente para que el realizador de rienda suelta a su carga poética. El resultado de esta complicidad es la puesta en escena de un universo desprovisto de todo dramatismo. Un paraje donde mofarse del holocausto, comentar lascivamente sobre la mujer policía del borde y parodiar sobre el futuro es completamente posible. Por el contrario, no es posible ver los rostros y oír las voces de quienes explotan a estos hombres. Apenas por unos segundos se nos muestra a la policía haciendo patrullajes nocturnos. Así mismo, el conflicto bélico de Medio Oriente es uno más de los temas de sus singulares conversaciones.

Esta muy bien lograda estrategia del director nos permite seguirlo sin culpa y engancharnos a su vena sensible; ergo, no nos queda difícil ver la belleza encerrada en la basura que guarda el grupo como grandes tesoros: un carrito destartalado, pero que aún pita ó el esqueleto de un ordenador. Se sentiría que cada desperdicio es una las nueve estrellas de su hotel.

La cámara y los protagonistas se vuelven un solo cuerpo: alerta, siempre alerta. Y, por supuesto, componen su propia banda sonora: escuchan música en sus teléfonos celulares, improvisan canciones mientras descansan y callan cuando las sirenas los acosan. La comunicación con tecnología de punta sumada a la camiseta de Muhammed que lleva impresa la palabra STOP, a su sombrero vaquero y a sus gafas de sol a la moda, nos revelan el relato universal que atraviesa el film: este look y este tipo de vida bien pueden repetirse en otras latitudes. En la latitud cero sin ir más lejos. He ahí otro gran acierto de Haar, hacer de su documental un espejo en el que pueden mirarse los unos a los otros. Un eco que nos recuerda que en Quito podemos leer un graffiti que dice: “Señor albañil, cuénteme, a Ud. quién le construye sus sueños???”

martes, 1 de abril de 2008

La justicia y sus bemoles


En pleno centro de Ponh Penh, las prostitutas viven en desvencijados edificios. Trece mujeres camboyanas duermen en el suelo de dos cuartos vacíos, donde lo único que se avizora son recortes de revistas de estrellas y modelos de fama. Las mujeres cuentan su testimonio de vida en la última película del director camboyano Rithy Pan: El papel no puede envolver la brasa (2007).

¿Quién decide qué es justo y qué no? ¿Quiénes son pobres y ricos? ¿Quiénes los que ostentan el poder y los que no tienen derecho de opinión? Este filme cuenta la historia de los desfavorecidos, que sin embargo levantan su voz a través del retrato fiel de una docena de mujeres con un destino marcado por una situación que no escogieron para su porvenir. “La justicia está del lado de los ricos… los pobres siempre seremos los culpables” sentencia una de sus protagonistas. En Camboya las mujeres pobres tienen pocos caminos para escoger: la mendicidad o la prostitución. Son famosas a nivel mundial las redes de prostitución infantil, que ofrecen sexo con menores a cambio de pocos centavos. La meca para los pederastas, la humillación y el infierno para los inocentes.

Rithy Panh vuelve a estremecer las conciencias contando la cruda realidad de su natal Camboya, ya lo hiciera años atrás con S-21 Jemer Rojo, la máquina de matar (2003), donde cuenta la terrible historia del genocidio y devastación que sufrió su país cuando las legiones del Jemer Rojo estaban instauradas en el poder en los años setenta. El propio Panh sufrió en carne propia la guerra del Jemer Rojo. A los once años, cuando las familias del campo son dispersadas, Panh es internado en un “campo de rehabilitación”, donde el nuevo sistema pretendía lavar conciencias. Panh logra escapar y llega a Francia, donde se establece y decide que va a estudiar cine para contar al mundo las atrocidades que su pueblo vivió. Las secuelas que en Camboya han quedado son inmensas: reflejo de ello es la extrema pobreza que azota a gran parte de la población, donde mujeres como las de El papel no puede envolver la brasa deben vender sus cuerpos para tener algo que comer.

Ganan diez dólares por cliente, pero para ellas no queda ni la décima parte. El dinero debe ser entregado a la “madama” del edificio donde viven y al guardián que las cuida. Pasan el día encerradas en una malograda edificación sin más distracción que contarse sus penas, mientras realizan trabajos manuales (recortes de periódicos o revistas viejas, dibujos, etc). En el campo, donde la pobreza es aún mayor, muchas mujeres fueron vendidas por sus propios familiares a pocos centavos y siendo todavía menores de edad. Fueron obligadas a prostituirse, viven como esclavas, son maltratadas y tratadas como la última escoria de la sociedad por clientes y por sus propios explotadores. Las historias son cientas así como los abusos a los que son expuestas: maltratos verbales y físicos, abortos forzados, drogas, violación, exposición al SIDA y una serie de ultrajes impropios del ser humano. “Nos estrujan como ajos” dice una de ellas luego de ser golpeada la noche anterior por un cliente prepotente.

Rithy Panh muestra estas historias desgarradoras pero logra materializar en el filme la belleza de estas mujeres. Nunca vemos escenas crudas, nunca vemos a los abusadores. Las protagonistas son las mujeres y sus conversaciones, donde van relatando sus experiencias y su cotidianidad. En ocasiones desaparece el sello ineludible de prostitutas y sobresale el de simples mujeres camboyanas, marcadas por un destino inevitable.

El silencio en la lluvia

Los vientos y las lluvias del monzón en el sureste asiático acarician los relatos contados por algunas mujeres residentes del “Building”; uno de los burdeles marginales más grandes de Pnohm Penh capital de Camboya; país en el que el régimen del Khmer Rouge ha dejado profundas secuelas de degradación social y pobreza, donde hasta los niños son mercancía rentable para el turismo sexual.
Rithy Panh originario de Camboya y director de El papel no puede envolver la brasa (2007), nos aproxima con su cautelosa cámara a la adversa intimidad de algunas prostitutas. Los primeros planos de sus rostros acentúan la desventura de sus relatos, al mismo tiempo que nos indica que esas mujeres olvidadas y anónimas, ahora son las protagonistas.
El documental nos habla de ellas, de sus vidas, historias que le harían encogerse de hombros al más indolente. Son éstas mujeres, muchas de ellas niñas, las que en condiciones de maltrato y humillación encuentran pequeños instantes para la ternura y la alegría.

Una sala vacía, tan solo decorada con pósters de cantantes y actrices asiáticas, en la cual se tiran esteras para dormir, es donde ellas habitan, donde se preparan, y donde se maquillan, antes que la noche les obligue a tomar un mototaxi para salir a trabajar.
Así salen, protegidas solo por su maquillaje; disfraz con el que se muestran y se mienten, con el que se exponen y se venden, el maquillaje que oculta su verdad, verdad que al cliente no le interesa.

“Quien hace el bien, recibe el bien, quien hace el mal; dinero” se dice en la película, y es que ese es el motivo que las arrastró a esa vida y por el que la arriesgan todas las noches, solo con dinero pueden rendirle cuentas a “la madam”, su dueña, quien será implacable si una de sus chicas no reuniera lo suficiente, necesitan el dinero y cada centavo logrado es escrupulosamente contabilizado. Solo así pueden evitar las enfermedades a las que están expuestas, sanar las heridas del maltrato, realizarse un aborto o mantener a su familia. Es el único que puede prometerles un futuro.

Muchos de los relatos -historias de violencia y humillación-, son contados con opresivos silencios y clandestinas lágrimas. A sus agresores no los vemos, pero podemos percibir que son muchos, que van desde familiares y vecinos hasta extranjeros sin escrúpulos, ellas los nombran como si de fantasmas se tratara, pero son fantasmas que embarazan y golpean, que humillan y matan.
“Todavía pienso en mi hijo y en mi madre, sino ya me hubiera colgado” nos cuenta una de ellas después de advertirnos que el único sustento de su familia es su trabajo.
No hay forma de escapar de ésta realidad, no conocen otra, fueron reclutadas desde muy niñas, son esclavas sexuales y sus hijos posiblemente no tengan otra opción.
Esa realidad es más llevadera con el Yaabaa (meta-anfetamina de fuerte adicción)...

Hay otros momentos en los que mientras hablan, mientras relatan su vida: sus rostros -ahora ya sin maquillaje- se llenan de silencio. Muchas de ellas son solo eso; un silencio anhelante, una mirada con esperanza, una mirada perdida en un horizonte gris, horizonte que trae solo lluvia que se mezcla y confunde con lágrimas.

"La película se sitúa lo más cerca de la vida y por lo tanto muy cerca de la muerte espiritual de una prostituta”.
Con estas palabras Rithy Panh define un documental que muestra la vida en sus manifestaciones más extremas, donde los seres oscilan entre la ternura y la desesperanza, entre la compasión y la humillación, entre la vida y la muerte.

Quijotes para el siglo XXI

Por Marcelo Valladares

QUIÉN NO HA SENTIDO LA NECESIDAD DE ABANDONARLO TODO, ATRAVESAR UNA FRONTERA DESCONOCIDA Y EXPLORARLA EN BÚSQUEDA DE SUS IDEALES? TOMAR LA LANZA Y ESCUDO, MONTAR SU ROCINANTE Y CODEARSE CON LA AVENTURA Y LA MUERTE? YA NO SON TIEMPOS DE GUERREROS MÍTICOS DE LA NOVELA CERVANTINA, SINO DE LA CRUDA REALIDAD DE ESTE SIGLO.


En el nuevo milenio, la lid del memorable caballero se libra de manera desigual, donde el monstruo a derrotar en combate ya no son molinos, sino el desempleo y el hambre; los castillos son reemplazados por pequeños refugios de cartón y tela, la escenografía de verdes praderas son ahora laderas desérticas, atravesadas por una súper carretera. Y la amada Dulcinea? el tibio objetivo de alcanzar mejores días para los aventureros y sus congéneres. Como fondo está el desencanto y la adversidad, provocando el contrapeso necesario para desnivelar la balanza.

Este es el panorama mostrado por el director israelí Ido Haar en el documental 9 Star Hotel (Israel, 2006). Es el drama de los obreros palestinos de la construcción, que migran a la ciudad israelí de Modi'in para transformarse en mano de obra ilegal en lujosos complejos habitacionales. La mayoría de ellos son el único sostén de sus familias y en sus cabezas ronda permanentemente la incertidumbre. Sus peripecias son innumerables, empezando por su refugio en improvisadas casuchas en medio de la ladera rocosa (su irónico hotel 9 estrellas), el escape permanente de coches patrulla y el atravesar de las carreteras en pos de cruzar la frontera. La vida comunal de Ahmed y Muhammad, dos de los tantos trabajadores palestinos, refleja los lazos de camaradería y protección mutua generados en torno al calor de una fogata, tras jornadas de trabajo extenuantes.

La elección del entorno es crucial: paisajes agrestes y edificios en construcción. Entonces cabe la duda…existe construcción?... de edificios o sueños? En este contexto podría ser interesante tomar la idea de deconstrucción del filósofo Derrida, entendida como el desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis, mostrando así sus contradicciones y ambigüedades. Llevado a este plano, la propuesta de Haar es mostrarnos la deconstrucción de los ideales humanos, y aprovecha el tránsito de éstos por las fronteras áridas de la discriminación socio-económica, para demostrar que existe esterilidad en la fuerza motriz que moviliza dichos ideales.

Similar temática hallamos en el largometraje Mundo Grúa (Argentina, 1999), donde las vivencias de un obrero ante su inminente desempleo, juegan con su lucha por la búsqueda nuevas fronteras laborales. La forma de encarar el drama y las circunstancias no son iguales, pero el resultado es bastante similar; el ideal termina en quimera. La vida del obrero de la construcción es la paradoja viviente de las sociedades. Su existencia gira en torno a los lujosos bosques de concreto, y al mismo tiempo su mundo es lleno de carencias y austeridades. Obvio, la misma sociedad capitalista se encarga de marginar a su artífice, una vez que el objetivo ya fue logrado. El epílogo es la aniquilación, con una abrupta intervención simbolizada con el fuego que lo consume todo, momento culminante del documental donde la policía migratoria incendia los refugios de los trabajadores ilegales.

Sin embargo, persiste la esperanza. Tras el fuego la última instancia son las cenizas. De allí resurgirá como el Ave Fénix, el deseo de seguir caminando de nuevas generaciones de caballeros andantes con la misma profesión: guerreros soñadores.

domingo, 30 de marzo de 2008

Voluntad y decisiones


Recuerdo haber escuchado varias historias fascinantes durante mi infancia: algunas hechas especialmente para niños; otras no. Estas últimas, las más interesantes por cierto, fueron atrapadas por la casualidad y mi curiosidad y desarrolladas a regañadientes por mi madre debido a la insistencia de mis pedidos. Una de ellas es la de los integrantes del ‘Old Christians’ un equipo de rugby amateur de Carrasco, Uruguay:

El jueves 12 de Octubre de 1972, 44 personas (jugadores, cuerpo técnico, algunos familiares y tripulantes) abordaron un avión Farchild F-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya con destino a Santiago de Chile, donde sostendrían un partido amistoso. Como un mal presagio, tuvieron que hacer una escala no programada en Argentina a causa del mal tiempo. Al día siguiente, poco después de reiniciado el vuelo, la torre de control perdió contacto con el avión: éste se había estrellado en el volcán Tinguiririca en los Andes, a 4,800 metros de altitud.

En un esfuerzo conjunto equipos aéreos de Argentina, Chile y Uruguay empezaron con las tareas de búsqueda, las mismas que fueron canceladas 10 días después ante la falta de resultados.

72 días después del accidente, un arriero llamado Sergio Catalán avistó a un grupo de jóvenes quienes le lanzaron desde lo alto de un monte una nota atada a una piedra. La nota empezaba así: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy Uruguayo”.

Como era lógico, esta noticia llenó las primeras planas de los periódicos de todo el mundo. Adicionalmente, un elemento agregó drama y polémica al suceso: los 16 muchachos que se salvaron declararon que tuvieron que alimentarse con la carne de los pasajeros que habían muerto para poder sobrevivir.

La odisea que vivieron estos jóvenes durante los días que transcurrieron desde el accidente hasta su rescate, es el tema del documental ‘Stranded: I’ve come from a plane that crashed in the mountains’ (Francia, 2007.) Para ello su realizador, Gonzalo Arijón (Montevideo, 1961), utiliza testimonios de los mismos sobrevivientes, treinta y cuatro años luego de la tragedia. Adicionalmente, el relato se sustenta con escenas dramatizadas, entrevistas a familiares y miembros del equipo de auxilio, reportajes televisivos y fotografías de aquella época.

El punto más importante de este trabajo es mirar y escuchar a los protagonistas reales de la historia: hombres relativamente prósperos con un buen nivel cultural y económico, quienes lograron mantenerse con vida gracias a una gran dosis de suerte, a su valentía, a un admirable deseo de vivir para regresar con los suyos y a una decisión extrema que, una vez conocida por la opinión pública, fue juzgada con dureza y un alto grado de sensacionalismo.

Las terribles condiciones climáticas, la ausencia de cualquier elemento que les permita comunicar su situación, la incertidumbre de no saber si estarán vivos al día siguiente, la desesperación de ver cómo sus amigos y familiares fallecían inmediata o posteriormente a aquel fatídico momento (algunos de ellos en sus propios brazos), la falta de alimento y la debilidad que paulatinamente se iba apoderando de sus cuerpos y espíritus los transportaron a otro mundo: a un mundo de la supervivencia, donde sus costumbres y sus principios morales y éticos no hubiesen sido suficientes para mantenerlos con vida. Me queda entonces la pregunta: ¿qué haría yo ante una circunstancia parecida? En el mundo en el que los muchachos permanecieron durante 72 días, mi respuesta es más que evidente.

sábado, 29 de marzo de 2008

Otras 10 mejores de todos los tiempos

1 All or Nothing (2002, Mike Leigh)
2 El abrazo partido (2003, Daniel Burman)
3
Full Metal Jacket (1987, Stanley Kubrick)
4 Despabílate amor (1996, Eliseo Subiela)
5 Il
Postino (1994, Michael Radford.)
6 Mundo Grua (1999, Pablo Trapero)
7
Blow up (1966, Michelangelo Antonioni)
8
2001: A Space Odyssey (1968, Stanley Kubrick)
9 The man who wasn't there (2001, Joel Coen)

10
Wild at Heart (1990, David Lynch)

jueves, 27 de marzo de 2008

Mi top 20 de películas

Para aproximarles esta lista la he actualizado un poco. Este es un ejercicio que hago de cuando en cuando. A mis 40 años de edad no puedo tener solamente 10 películas, aunque a mis 10 años seguramente habría tenido 40 películas...soy un ser barroco, no he podido ser minimalista hasta el dia de hoy. Por lo tanto si solamente quieren leer las 10 primeras películas que me gustan, peor para ustedes porque no sabrán cuáles más son de mi agrado. Ordenarlas por intensidad de gusto me puede llevar al suicidio y no queremos eso (¿o si?). Las ordeno cronológicamente desde la más antigua hasta la más reciente. Aquí van:
El Chico, Charles Chaplin, 1921
Cabeza Borradora,David Lynch, 1977
Pink Floyd: The Wall, Allan Parker, 1982
El Vestidor, Peter Yates, 1983
La Fiesta de Babette, Gabriel Axel, 1987
Cinema Paradiso, Guiseppe Tornatore, 1989
Natural Born Killers, Oliver Stone, 1994
The Pillow Book, Peter Greenaway, 1996
The Full Monty, Peter Cattaneo, 1997
Los Idiotas, Lars von Trier, 1998
La Ciénaga, Lucrecia Martel, 2001
Noviembre, Achero Mañas, 2002
Irreversible, Gaspar Noé, 2003
Coffe and Cigarrettes, Jim Jarmush, 2003
In the Mood for Love, Wong Kar-Wai, 2004
Whisky, Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004
Los Muertos, Lisandro Alonso, 2004
Fantasmas, Christian Petzold, 2005
2046, Wong Kar-Wai, 2006
Glue, Alexis Dos Santos, 2006

maría belén moncayo

Música en el Cine Ecuatoriano


La primera vez que llegué ha saber de una banda sonora de una película ecuatoriana fue de ratas ratones y rateros de Sebastián Cordero 1999, la música es fundamental es parte de la historia, escuchando me da un imaginario del ambiente de la escena, de sus protagonistas, del escenario. Es en el único film que he podido escuchar algunos de sus tracks en emisoras de radio porque? En la ficha técnica dice y se escucha Sergio Sacoto Arias, ex vocalista de la banda Cruks en karnack que en la época estaba saliendo al aire con baladas, lo identificaran a nivel nacional , pero músicos y bandas como Sobre Peso, Hugo Hidrovo, los Perros Callejeros solo los conocen o escucharan gente del medio artístico o amigos de los amigos, eso es lo que sucede con1809-1810 mientras llega el día de Camilo Luzuriaga 2004, donde aparece música: Diego Luzuriaga de igual manera quien lo escucha o saben de la existencia de la producción serán los amigos de los amigos o gente que le guste la música del film.

Yo como espectador relaciono música Ecuatoriana (1809-1810 2004) la escena donde indígenas salen de la casa del padre de Judith con un ataúd dando una melodía a los muertos, lo mismo me sucede en un Titán en el Ring de Viviana Cordero 2002, Veo y relaciono música ecuatoriana en la escena donde un indígena del Cotopaxi con su acordeón da música en un funeral. La muerte, la tristeza de vivir, alegría de morir es uno de los temas en la música Ecuatoriana

miércoles, 26 de marzo de 2008

10 amigos

Directamente desde el sótano de mi memoria se dibuja en mi mente y en mi corazón una luminosa mañana de domingo en la que la señora Susana (mi madre) y yo caminábamos por una calle, aún bañada por el aguacero del día anterior, con la intención de tomar el “Iñaquito – Villaflora” y llegar a un lugar conocido únicamente por medio de referencias: el cine.

Mi madre vestía un jean setentero, unos suecos color café y un saco celeste con una muñequita dibujada en el centro. Yo calzaba unos horrorosos botines de gamuza, un jean desteñido y mi recordada camiseta de “Petete”, esas dos últimas piezas escogidas con todo el glamour y clase de los que era capaz un niño de 5 años quien había tenido que ceder en la batalla de llevar sus amados "Kit" blancos. Tenía el peinado “lamido” con una perfecta raya al costado derecho y con toda mi frondosa melena cuidadosamente cepillada hacia el lado izquierdo.

Sentía mucha curiosidad de ver esa inmensa pantalla de televisión ante la cual se sentaban muchas personas para ver una película (esa fue la primera definición de cine que conocí) y, mientras el bus hacía su lento recorrido y se escuchaba el clásico “atrás hay puesto”, pensaba en quién tendría tanto dinero como para comprar un aparato tan espectacular y lo bien que allí se vería un partido de fútbol.

No acabé de meditar sobre aquello, cuando mi madre jaló suavemente mi brazo y con una sonrisa me dijo: “Nos toca bajar”. Una vez en la calle nos encontramos en la vereda de edificio del Cine Benalcázar ubicado en la 6 de Diciembre y Portugal. Pasamos por una puerta de hierro forrada de alambres y nos encontramos ante una ventanilla dentro de la cual se podía divisar a una señora de cabello oscuro que tejía unas chambritas color celeste.

“Un adulto y un niño”, dijo mi mamá. La señora alargó el brazo y entregó a Susanita dos papeles a cambio de unos billetes de diez y veinte sucres.

Nos adelantamos hacia la puerta principal del edificio en la que un señor flaquito y con el cabello blanco recibió aquellos papeles recién adquiridos por mi santa. El hall de entrada tenía un olor especial: a canguiil recién hecho y refresco derramado, aromas que obligaron a voltear mi cabeza hacia el lado izquierdo para ver a una señora parada tras un mostrador en el que se exhibían chocolates, caramelos, chupetes, kaumales y papas sin marca.

“¿Qué quieres?”, me preguntó mi mamá. Escogí una barra de chocolate “Bios”, unas papas y un vaso de Coca Cola. A continuación pasamos a través de unas gruesas cortinas color concho de vino y entramos en una sala oscura en cuyo extremo se hallaba la tan famosa pantalla de televisión. Esta mostraba, en dibujos animados, a una niña de cabellos rubios, vestido celeste y delantal blanco que corría desesperadamente tras un conejo. Dicho animal tenía puestos unos lentes de armazón redonda y una especie de chaleco rojo. Además cargaba un reloj casi tan grande como él. En su carrera el conejo iba diciendo “No ves, no ves? Ya son más de las 3. Me voy, me voy, adiós, que tal.. me voy, me voy, me voy”

A partir de ese momento empezó una relación de amistad con una pantalla mágica, la cual - más allá de mostrar títeres, dibujos animados, actores y paisajes – es capaz de plasmar sueños, esperanzas, ideas, enfados y desenfados y de causar que me pierda y me re-encuentre en las diferentes visiones que los cineastas tuvieron, tienen y tendràn sobre este mundo tan contradictorio.

Escoger a las 10 mejores películas (o amigos, como me gusta llamarlos) que he conocido - 31 años luego mi primera experiencia cinematográfica - es una tarea bastante difícil: hay muchas películas que me han hechizado por su calidad y estética. Además no podría considerar únicamente las “piezas exquisitas", sino también aquellas que causaron algún movimiento en mi situación personal.

Como un primer acercamiento, ahí van mis 10 mejores amigos sin un orden en específico, sino cómo han ido llegando a mi cabeza:

• Alicia en el País de las Maravillas (Clyde Jeronimi y Wilfred Jackson, 1951)
• El (Luis Buñuel, 1953)
• La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960)
• A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971)
• Viridiana (Luis Buñuel, 1961)
• Mulholland Drive (David Lynch, 2001)
• Indiana Jones and the Temple of Doom (Steven Spielberg, 1984)
• Moscú no cree en làgrimas (Valdimir Menshov, 1980)
• Die bitteren Tränen der Petra von Kant (Rainer Werner Fassbinder, 1972)
• Nuovo Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988)


y una más de yapa...

• In The Mood for Love (Kar Wai Wong, 2000)

Tras este pequeño ejercicio debo confesar que me siento vacío, como un amigo ingrato que ha olvidado los momentos memorables que le han sido otorgados por otros realizadores no mencionados en la lista. Sin embargo, es consolador el hecho de saber que ésta ha sido hecha de la forma más subjetiva posible y que, como tal, cambiará el día de mañana y también pasado mañana.

Mi Tótem

1 Taxi Driver (1976 Martin Scorsese)
2 Gato negro gato blanco (1998 Emir Kusturica)
3 Underground (1995 Emir Kusturica)
4 Sueños (1990 Akira Kurosawa)
5 El expreso de medianoche (1978 Alan Parker)
6 Annie Hall (1978 Woody Allen)
7 Hannah y sus hermanas (1986 Woody Allen)
8 Sueños de seductor (1972 Woody Allen)
9 2001 odisea del espacio (1968 stanley kubrick)
10 Unforgiven (1992 Clint Eastwood)

Las favoritas

Es realmente difícil simplificar a diez las películas que más me gustan. Se quedaron un montón fuera. Estas son películas que he visto en distintos momentos de mi vida y de las que tengo gratos recuerdos. En las descartadas podría hacer las diez más crudas, las más graciosas, las más impactantes, etc. Hoy por hoy, esta es mi selección (no tienen un orden específico):

1.- Secrets and Lies (Mike Leigh, 1996)
2.- Underground (Emir Kusturika, 1995)
3.- Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982)
4.- In the Mood for Love (Wong Kar Wai, 2000)
5.- The Pillow Book (Peter Greenaway, 1996)
6.- El hombre sin pasado (Aki Kaurismaki, 2002)
7.- La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001)
8.- El ángel exterminador (Buñuel, 1962)
9.- Short Cuts (Robert Altman, 1993)
10.- The Dreamers (Bernardo Bertolucci, 2003)

Las 10 mejores de todos los tiempos

1 Tango (1998, Carlos Saura)
2 Diarios de Motocicleta (2003, Walter Salles)
3 The Pianist (2002, Roman Polanski)
4 Waking Life (2001, Richard Linklater)
5 A Clockwork Orange (1971, Stanley Kubrick)
6 Planet of the Apes (1968, Franklin J. Schaffner)
7 Modern Times (1936, Charles Chaplin)
8 Indiana Jones and the Last Crusade (1989, Steven Spielberg)
9 Gladiator (1998, Ridley Scott)
10 The Exorcist (1973, William Friedkin)

martes, 25 de marzo de 2008

Cine familiar

Siendo la familia la institución base de una sociedad y el cine su fiel reflejo, es de esperarse que de una u otra manera ésta actúe significativamente en la creación de películas. Esa actuación protagónica del concepto familia en el cine se presenta determinada por dos factores: el económico y el contextual.

El factor económico como protagonista unas veces y como actor secundario otras; pero siempre presente en las películas, condiciona de alguna manera la trayectoria que toma la historia que se cuenta en un film.
El dinero está directamente relacionado con consecuencias familiares
Fuera de juego (Victor Arregui 2002) La migración y su secuela familiar. Juan intenta salir del país en busca de dinero para cumplir sus sueños, ese deseo lo llevará al crimen.
En Ratas, ratones y rateros (Sebastián Cordero 1999) Salvador intenta escapar de su insoportable entorno familiar cuando se asocia a un delincuente que busca el dinero fácil, ese socio es Angel, su primo.

Por otro lado la influencia de la familia en el cine ecuatoriano se evidencia a través de la carga ideológica y contextual que una institución como ésta le puede dar a la cinematografía, es decir, que podemos hablar de cine ecuatoriano, precisamente cuando éste representa o interpreta los valores, principios, costumbres, prejuicios, etc. propios de la familia en el ecuador. Siempre habrá algún personaje que delate esos rasgos característicos.
Que tan lejos (Tania Hermida 2006) las diferentes regiones del país se ven retratadas en este viaje, sus costumbres, como el matrimonio en Cuenca retratan la condición de una familia de clase alta serrana.
Cuando me toque a mí (Arregui 2007) el padre y la madre separados del protagonista, su hermano homosexual y su imposibilidad de relacionarse con otros, son el reflejo del prejuicio y complejos sociales disimulados por una sociedad mojigata.

Si el cine es el reflejo de una sociedad, en todos las películas mencionadas, la clásica estructura familiar (padre, madre, hijos) se ve, alterada, modificada y transformada hasta tornarse irreconocible, desmitificando aquella “institución ideal” que se supone es la familia ecuatoriana, institución que además resulta anacrónica en una sociedad tecno-consumista, que determina a la familia como entidad económica antes que afectiva, competitiva antes que cooperativa, virtual antes que real.

mujeres vistas por ojos ecuatorianos

Al igual que en la vida real de nuestro contexto, en el cine ecuatoriano la noción de "mujer" insiste en ser mirada como un problema social. En películas como La Tigra (Camilo Luzuriaga,1990), Sensasiones (Juan Esteban Cordero, 1991), Entre Marx y una Mujer Desnuda (Camilo Luziriaga, 1996), Crónicas (Sebastián Cordero,1995), Fuera de Juego y Cuando me toque a mí (Victor Arregui 2003 y 2007 respectivamente), Sueños en la Mitad del Mundo (Carlos Naranjo, 1999) y Un Titán en el Ring (Viviana Cordero, 2002); la existencia del personaje central femenino está expuesta como la literal y bíblica "manzana de la discordia" que siempre generarán conflictos de diversa índole que se disputan entre personajes masculinos. Algunas mujeres de estos guiones desempeñan un rol de heroinas con estructuras psíquicas de héroes. En estos films la mujer asume roles estereotipados que muchas veces rayan en la caricatura y en piezas como 1809, Mientras Llega el Día, Cara o Cruz (Camilo Luzuriaga, 2004 y 2003 respectivamente) y Filo de Amor (José R. Zambrano, 2007) llegan a caracterizaciones improbables y paroxistas.

Esas no son pernas, Qué tan Lejos y Ratas Ratones Rateros son películas en las que la presencia de la mujer cobra una dimensión distinta. En las dos primeras las crisis existenciales de las féminas son el eje dramático y están enunciadas desde una plataforma que permite una participación más activa por parte del espectador y apuntan, aunque con poco riesgo todavía, hacia una enunciación de la mujer más allá de la concepción clásica de género, sexualidad o genitalidad. En Ratas, Ratones, si bien las anécdotas por las que atraviesan las mujeres pueden ser in cliché; por otro lado la puesta en escena en las que están circunscritas, los parlamentos y las acciones proponen una lectura más cercana a la poesía que a la retórica.

*Este texto lo escribo basándome en las películas ecuatorianas que he visto y que son las que se mencionan. Algunas que he visto hace más de 15 años las debería volver a ver para enunciar un criterio sobre el tema que propongo.

Cadáveres andantes

La misión: hablar de la muerte en el cine. El método: salir a buscar indicios en la noche de la ciudad y de mi subconsciente. El resultado: No hallé más que varios corazoncitos azules en el asfalto, funerarias fashion que tratan al difunto mejor que en vida, ideas sombrías y existencialistas, cementerios floridos (a propósito lugares muy inspiradores). En fin: nada. Pero, a la luz del día, comenzaron a asomar los verdaderos cadáveres andantes, vagabundeando por las calles de este lado del planeta, que pese a respirar y caminar, eran una suerte de muertos vivientes: la gente nihilista. Entonces me acordé de la mejor muerte del cine ecuatoriano, la que goza de más vitalidad, que está en Cuando me toque a mi (2007, Víctor Arregui). Su protagonista se convierte en el principal occiso con su actitud quemeimportista, y su trabajo de médico forense retrata a la muerte como un evento circunstancial de la existencia, en un diálogo tan cercano que se transforma en cotidiano. Otro flash back encontré en Esas no son penas, cuando un grupo de chicas se han transformado en algo parecido a un adulto, pero descubren que la mejor parte de ellas esta muerta y bien enterrada en el pasado. Luego Crónicas (película nice filmada acá) donde se utiliza como gancho sensacionalista al cuento del Monstruo de Babahoyo, cuya intriga permite lucirse al intrépido John Leguizamo y compañía.

La conclusión: la muerte, por acá, no da espanto. Tal vez, y solo tal vez, provoque un poco de nostalgia por poner un stop al tren de la rutina y detener ese andar sin sentido… que casualmente nos llena tanto.

Del crack al trópico seco

Está sentado en el carro, se impacienta pues no hay una respuesta de lo que pasa adentro, ya ha pasado algún tiempo desde que su compañero entro de emergencia en la casa del doctor, el tiempo parece no pasar los nervios se apoderan y el que espera se desespera… que hacer? Se ve en la pantalla las manos temblorosas armando un “bareto” de marihuana un primerísimo primer plano de un fósforo encendido acercándose a la boca que sostiene es “bareto” se enciende, se lo fuma… se relaja y la decisión esta tomada.

Esta es la escena con la que acaba Ratas, ratones y rateros de Sebastián Cordero donde se muestra un mundo urbano oculto, aquel que no se muestra en las fotografías de turismo del Ecuador. Es un mundo duro de ladrones, criminales donde no hay moral ni ética, y donde la droga forma parte de cada una de los niveles sociales. Desde el crack al tropico seco, me parece que no hay una sola película ecuatoriana que no muestre las drogas abrazadas a lo que es el ecuador y sus personajes: en La tigra todos los personajes se reunen en una cantina donde los borrachos no faltan. Películas como Sensaciones muestran a la juventud y su estrecha relación con el uso de drogas conocidas como la experimentación de nuevas sustancias mas sofisticadas (si se las puede llamar así). Crónicas, Que tan lejos, Cuando me toque a mi, entre tantas otras son vivos ejemplos de lo real de la situación

La marihuna ya es tan nuestra que solo falta ponerle etiqueta a los paquetes, y es que de cada cinco que conozco dos la consumen y por lo menos cuatro la han probado alguna vez (o eso dicen), no hay un bar en Quito de musica electrónica que no vendan acidos para los que lleguen a bailar más de cinco horas sin descanso, y hablar,sobre todo el alcohol en nuestra sociedad es como hablar del monumento a la mitad del mundo; es que el cine lo representa como es: un símbolo de la ecuatorianidad una sociedad que sufre, rie, llora y ahoga sus penas con el alcohol y la psicodelia.

lunes, 24 de marzo de 2008

El machismo en el cine ecuatoriano



Viniendo de una sociedad conservadora y pacata como la ecuatoriana, no podría esperarse que su cine no tenga un sesgo machista.

En las historias que se cuentan, en las relaciones de pareja, en los diálogos, en los personajes femeninos cargados de una evidente visión “ecuatorianista”, en ocasiones sin querer, en otras intencionalmente el macho latino sale a relucir. Si partimos de la premisa de que el cine es el reflejo de la sociedad, no es de extrañarse que las conductas de la misma se evidencien en las cintas que ha producido el Ecuador en los últimos años.

La mirada de la mujer rebelde (hasta que la dome un macho) en La tigra, o la intelectual acogida que solo se ve reflejada en la inteligencia de su amado (entre Marx y una mujer desnuda), y la mujer que esconde sus verdaderas intenciones, sus anhelos profundos, en unos tibios personajes (Esas no son penas). En una homosexualidad y su manejo poco interesante (Cuando me toque a mí), dan cuenta de la ligereza con que se construyen los personajes desde su feminidad o masculinidad, pero también aciertan a la hora de poner en un espejo lo que es la sociedad ecuatoriana.

Recorriendo el vértigo


La configuración del espacio en el cine ecuatoriano nos conduce a mirar en el vacío, en la quebrada, en el vértigo. Generalizando, las ciudades se construyen de dos formas: como polos extremos o como lugares de tránsito. La primera opción nos lleva a Ratas, ratones y rateros (Cordero, 1999). Es muy clara la concepción de la polaridad: Quito y Guayaquil, personajes que transitan entre los extremos, que se miran como distintos y terminan reflejándose uno en otro. En Qué tan lejos (Hermida, 2007), los extremos, ahora Quito y Cuenca, permiten una película de viaje. Ambas ciudades se forman como lugares de partida y de llegada. Lo importante, el condumio, está en la transición pero no en el límite. Después de las urbes no hay nada, los personajes se mantienen en la limitación marcada. La segunda opción, la ciudad como lugar de tránsito, nos recuerda principalmente a Cuando me toque a mí (Arregui, 2008). Quito es representada como el centro por el cual todos sus habitantes deben cruzar para llegar a la muerte. Cuando las cámaras se enfocan en la morgue y nos ponen a un Caronte que inspecciona los cadáveres que irán al más allá, la ciudad se convierte en un no lugar. Es como un aeropuerto, donde el destino de los pasajeros es la muerte, la nada, el vértigo de no saber qué significa el fin de la vida. Quito es el límite nuevamente. Al otro lado sólo hay vacío. En Éstas no son penas (Hoeneisen, 2006), algunas amigas deciden encontrarse después de varios años en una reunión organizada por una de ellas que está muy enferma. ¿A caso la ciudad no aparece como un lugar de tránsito donde han vivido estas mujeres y llegan después de un largo viaje (la vida) a reencontrarse con sus amigas? Parecen Ulises regresando a su Ítaca, en este caso, Ítaca son los recuerdos de su infancia y adolescencia. Y nuevamente, Quito es el lugar de transición que nos produce vértigo por que se constituye como una línea imaginaria, un lugar de transición y de límite. Vértigo, una y otra vez cuando las subidas, las bajadas, las gradas son parte del paisaje que mira el espectador.