En el nuevo milenio, la lid del memorable caballero se libra de manera desigual, donde el monstruo a derrotar en combate ya no son molinos, sino el desempleo y el hambre; los castillos son reemplazados por pequeños refugios de cartón y tela, la escenografía de verdes praderas son ahora laderas desérticas, atravesadas por una súper carretera. Y la amada Dulcinea? el tibio objetivo de alcanzar mejores días para los aventureros y sus congéneres. Como fondo está el desencanto y la adversidad, provocando el contrapeso necesario para desnivelar la balanza.
Este es el panorama mostrado por el director israelí Ido Haar en el documental 9 Star Hotel (Israel, 2006). Es el drama de los obreros palestinos de la construcción, que migran a la ciudad israelí de Modi'in para transformarse en mano de obra ilegal en lujosos complejos habitacionales. La mayoría de ellos son el único sostén de sus familias y en sus cabezas ronda permanentemente la incertidumbre. Sus peripecias son innumerables, empezando por su refugio en improvisadas casuchas en medio de la ladera rocosa (su irónico hotel 9 estrellas), el escape permanente de coches patrulla y el atravesar de las carreteras en pos de cruzar la frontera. La vida comunal de Ahmed y Muhammad, dos de los tantos trabajadores palestinos, refleja los lazos de camaradería y protección mutua generados en torno al calor de una fogata, tras jornadas de trabajo extenuantes.
La elección del entorno es crucial: paisajes agrestes y edificios en construcción. Entonces cabe la duda…existe construcción?... de edificios o sueños? En este contexto podría ser interesante tomar la idea de deconstrucción del filósofo Derrida, entendida como el desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis, mostrando así sus contradicciones y ambigüedades. Llevado a este plano, la propuesta de Haar es mostrarnos la deconstrucción de los ideales humanos, y aprovecha el tránsito de éstos por las fronteras áridas de la discriminación socio-económica, para demostrar que existe esterilidad en la fuerza motriz que moviliza dichos ideales.
Similar temática hallamos en el largometraje Mundo Grúa (Argentina, 1999), donde las vivencias de un obrero ante su inminente desempleo, juegan con su lucha por la búsqueda nuevas fronteras laborales. La forma de encarar el drama y las circunstancias no son iguales, pero el resultado es bastante similar; el ideal termina en quimera. La vida del obrero de la construcción es la paradoja viviente de las sociedades. Su existencia gira en torno a los lujosos bosques de concreto, y al mismo tiempo su mundo es lleno de carencias y austeridades. Obvio, la misma sociedad capitalista se encarga de marginar a su artífice, una vez que el objetivo ya fue logrado. El epílogo es la aniquilación, con una abrupta intervención simbolizada con el fuego que lo consume todo, momento culminante del documental donde la policía migratoria incendia los refugios de los trabajadores ilegales.
Sin embargo, persiste la esperanza. Tras el fuego la última instancia son las cenizas. De allí resurgirá como el Ave Fénix, el deseo de seguir caminando de nuevas generaciones de caballeros andantes con la misma profesión: guerreros soñadores.
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