Mi madre vestía un jean setentero, unos suecos color café y un saco celeste con una muñequita dibujada en el centro. Yo calzaba unos horrorosos botines de gamuza, un jean desteñido y mi recordada camiseta de “Petete”, esas dos últimas piezas escogidas con todo el glamour y clase de los que era capaz un niño de 5 años quien había tenido que ceder en la batalla de llevar sus amados "Kit" blancos. Tenía el peinado “lamido” con una perfecta raya al costado derecho y con toda mi frondosa melena cuidadosamente cepillada hacia el lado izquierdo.
Sentía mucha curiosidad de ver esa inmensa pantalla de televisión ante la cual se sentaban muchas personas para ver una película (esa fue la primera definición de cine que conocí) y, mientras el bus hacía su lento recorrido y se escuchaba el clásico “atrás hay puesto”, pensaba en quién tendría tanto dinero como para comprar un aparato tan espectacular y lo bien que allí se vería un partido de fútbol.
No acabé de meditar sobre aquello, cuando mi madre jaló suavemente mi brazo y con una sonrisa me dijo: “Nos toca bajar”. Una vez en la calle nos encontramos en la vereda de edificio del Cine Benalcázar ubicado en la 6 de Diciembre y Portugal. Pasamos por una puerta de hierro forrada de alambres y nos encontramos ante una ventanilla dentro de la cual se podía divisar a una señora de cabello oscuro que tejía unas chambritas color celeste.
Sentía mucha curiosidad de ver esa inmensa pantalla de televisión ante la cual se sentaban muchas personas para ver una película (esa fue la primera definición de cine que conocí) y, mientras el bus hacía su lento recorrido y se escuchaba el clásico “atrás hay puesto”, pensaba en quién tendría tanto dinero como para comprar un aparato tan espectacular y lo bien que allí se vería un partido de fútbol.
No acabé de meditar sobre aquello, cuando mi madre jaló suavemente mi brazo y con una sonrisa me dijo: “Nos toca bajar”. Una vez en la calle nos encontramos en la vereda de edificio del Cine Benalcázar ubicado en la 6 de Diciembre y Portugal. Pasamos por una puerta de hierro forrada de alambres y nos encontramos ante una ventanilla dentro de la cual se podía divisar a una señora de cabello oscuro que tejía unas chambritas color celeste.
“Un adulto y un niño”, dijo mi mamá. La señora alargó el brazo y entregó a Susanita dos papeles a cambio de unos billetes de diez y veinte sucres.
Nos adelantamos hacia la puerta principal del edificio en la que un señor flaquito y con el cabello blanco recibió aquellos papeles recién adquiridos por mi santa. El hall de entrada tenía un olor especial: a canguiil recién hecho y refresco derramado, aromas que obligaron a voltear mi cabeza hacia el lado izquierdo para ver a una señora parada tras un mostrador en el que se exhibían chocolates, caramelos, chupetes, kaumales y papas sin marca.
“¿Qué quieres?”, me preguntó mi mamá. Escogí una barra de chocolate “Bios”, unas papas y un vaso de Coca Cola. A continuación pasamos a través de unas gruesas cortinas color concho de vino y entramos en una sala oscura en cuyo extremo se hallaba la tan famosa pantalla de televisión. Esta mostraba, en dibujos animados, a una niña de cabellos rubios, vestido celeste y delantal blanco que corría desesperadamente tras un conejo. Dicho animal tenía puestos unos lentes de armazón redonda y una especie de chaleco rojo. Además cargaba un reloj casi tan grande como él. En su carrera el conejo iba diciendo “No ves, no ves? Ya son más de las 3. Me voy, me voy, adiós, que tal.. me voy, me voy, me voy”
A partir de ese momento empezó una relación de amistad con una pantalla mágica, la cual - más allá de mostrar títeres, dibujos animados, actores y paisajes – es capaz de plasmar sueños, esperanzas, ideas, enfados y desenfados y de causar que me pierda y me re-encuentre en las diferentes visiones que los cineastas tuvieron, tienen y tendràn sobre este mundo tan contradictorio.
Escoger a las 10 mejores películas (o amigos, como me gusta llamarlos) que he conocido - 31 años luego mi primera experiencia cinematográfica - es una tarea bastante difícil: hay muchas películas que me han hechizado por su calidad y estética. Además no podría considerar únicamente las “piezas exquisitas", sino también aquellas que causaron algún movimiento en mi situación personal.
Como un primer acercamiento, ahí van mis 10 mejores amigos sin un orden en específico, sino cómo han ido llegando a mi cabeza:
• Alicia en el País de las Maravillas (Clyde Jeronimi y Wilfred Jackson, 1951)
• El (Luis Buñuel, 1953)
• La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960)
• A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971)
• Viridiana (Luis Buñuel, 1961)
• Mulholland Drive (David Lynch, 2001)
• Indiana Jones and the Temple of Doom (Steven Spielberg, 1984)
• Moscú no cree en làgrimas (Valdimir Menshov, 1980)
• Die bitteren Tränen der Petra von Kant (Rainer Werner Fassbinder, 1972)
• Nuovo Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988)
Nos adelantamos hacia la puerta principal del edificio en la que un señor flaquito y con el cabello blanco recibió aquellos papeles recién adquiridos por mi santa. El hall de entrada tenía un olor especial: a canguiil recién hecho y refresco derramado, aromas que obligaron a voltear mi cabeza hacia el lado izquierdo para ver a una señora parada tras un mostrador en el que se exhibían chocolates, caramelos, chupetes, kaumales y papas sin marca.
“¿Qué quieres?”, me preguntó mi mamá. Escogí una barra de chocolate “Bios”, unas papas y un vaso de Coca Cola. A continuación pasamos a través de unas gruesas cortinas color concho de vino y entramos en una sala oscura en cuyo extremo se hallaba la tan famosa pantalla de televisión. Esta mostraba, en dibujos animados, a una niña de cabellos rubios, vestido celeste y delantal blanco que corría desesperadamente tras un conejo. Dicho animal tenía puestos unos lentes de armazón redonda y una especie de chaleco rojo. Además cargaba un reloj casi tan grande como él. En su carrera el conejo iba diciendo “No ves, no ves? Ya son más de las 3. Me voy, me voy, adiós, que tal.. me voy, me voy, me voy”
A partir de ese momento empezó una relación de amistad con una pantalla mágica, la cual - más allá de mostrar títeres, dibujos animados, actores y paisajes – es capaz de plasmar sueños, esperanzas, ideas, enfados y desenfados y de causar que me pierda y me re-encuentre en las diferentes visiones que los cineastas tuvieron, tienen y tendràn sobre este mundo tan contradictorio.
Escoger a las 10 mejores películas (o amigos, como me gusta llamarlos) que he conocido - 31 años luego mi primera experiencia cinematográfica - es una tarea bastante difícil: hay muchas películas que me han hechizado por su calidad y estética. Además no podría considerar únicamente las “piezas exquisitas", sino también aquellas que causaron algún movimiento en mi situación personal.
Como un primer acercamiento, ahí van mis 10 mejores amigos sin un orden en específico, sino cómo han ido llegando a mi cabeza:
• Alicia en el País de las Maravillas (Clyde Jeronimi y Wilfred Jackson, 1951)
• El (Luis Buñuel, 1953)
• La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960)
• A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971)
• Viridiana (Luis Buñuel, 1961)
• Mulholland Drive (David Lynch, 2001)
• Indiana Jones and the Temple of Doom (Steven Spielberg, 1984)
• Moscú no cree en làgrimas (Valdimir Menshov, 1980)
• Die bitteren Tränen der Petra von Kant (Rainer Werner Fassbinder, 1972)
• Nuovo Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988)
y una más de yapa...
• In The Mood for Love (Kar Wai Wong, 2000)
Tras este pequeño ejercicio debo confesar que me siento vacío, como un amigo ingrato que ha olvidado los momentos memorables que le han sido otorgados por otros realizadores no mencionados en la lista. Sin embargo, es consolador el hecho de saber que ésta ha sido hecha de la forma más subjetiva posible y que, como tal, cambiará el día de mañana y también pasado mañana.
4 comentarios:
Qué maravilla que te acuerdes de tu primera vez en el cine, yo supongo que era tan pequeñita que no está en mi recuerdo. Pero también fui de las que iban al Benalcázar y tu descripción es fabulosa. Casi me salen lágrimas y todo...
Resulto cicatero reducir tan solo a 10 no?...yo creo q esto fue todo un reto..y no se hizo justicia con tantas buenas peliculas que merecian el top10. Estuvo bueno tu recuerdo. Y pensar que cuando estaba en el cine de ese colegio, vi peliculas sensacionales a los 16 años..como La lista de Schindler, Forrest Gump y mas...solo para perder el tiempo y no tener clases.
Bacan me encantó, me conmovió. Me LLevó un poco al mundo de Cienma Paradiso. Creo que nuestra generación es una de las últimas que puede enteder esa magia de las imágenes en la pantalla. Esa es vida que sale de la nada, que es un misterio. Los niños de ahora lo van tan normal y tan cotidiano...
Bacan me encantó, me conmovió. Me LLevó un poco al mundo de Cienma Paradiso. Creo que nuestra generación es una de las últimas que puede enteder esa magia de las imágenes en la pantalla. Esa es vida que sale de la nada, que es un misterio. Los niños de ahora lo van tan normal y tan cotidiano...
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