lunes, 24 de marzo de 2008

Recorriendo el vértigo


La configuración del espacio en el cine ecuatoriano nos conduce a mirar en el vacío, en la quebrada, en el vértigo. Generalizando, las ciudades se construyen de dos formas: como polos extremos o como lugares de tránsito. La primera opción nos lleva a Ratas, ratones y rateros (Cordero, 1999). Es muy clara la concepción de la polaridad: Quito y Guayaquil, personajes que transitan entre los extremos, que se miran como distintos y terminan reflejándose uno en otro. En Qué tan lejos (Hermida, 2007), los extremos, ahora Quito y Cuenca, permiten una película de viaje. Ambas ciudades se forman como lugares de partida y de llegada. Lo importante, el condumio, está en la transición pero no en el límite. Después de las urbes no hay nada, los personajes se mantienen en la limitación marcada. La segunda opción, la ciudad como lugar de tránsito, nos recuerda principalmente a Cuando me toque a mí (Arregui, 2008). Quito es representada como el centro por el cual todos sus habitantes deben cruzar para llegar a la muerte. Cuando las cámaras se enfocan en la morgue y nos ponen a un Caronte que inspecciona los cadáveres que irán al más allá, la ciudad se convierte en un no lugar. Es como un aeropuerto, donde el destino de los pasajeros es la muerte, la nada, el vértigo de no saber qué significa el fin de la vida. Quito es el límite nuevamente. Al otro lado sólo hay vacío. En Éstas no son penas (Hoeneisen, 2006), algunas amigas deciden encontrarse después de varios años en una reunión organizada por una de ellas que está muy enferma. ¿A caso la ciudad no aparece como un lugar de tránsito donde han vivido estas mujeres y llegan después de un largo viaje (la vida) a reencontrarse con sus amigas? Parecen Ulises regresando a su Ítaca, en este caso, Ítaca son los recuerdos de su infancia y adolescencia. Y nuevamente, Quito es el lugar de transición que nos produce vértigo por que se constituye como una línea imaginaria, un lugar de transición y de límite. Vértigo, una y otra vez cuando las subidas, las bajadas, las gradas son parte del paisaje que mira el espectador.

2 comentarios:

Marcelo Valladares dijo...

Esa es la verdad, no hay lugar. A veces me pasa que no importa en que lugar este...no hay escape. Todos son sitios de transicion. Miles de andenes de llegada y salida...destino:la nada...Cheveres tus analogias vida=trayecto ciudad=anden de transicion

JFM dijo...

Aleja querida, independientemente de lo acertada o no que haya sido tu publicación, quiero decirte que me encanta leer tus palabras. Definitivamente tienes alma de escritora. :)