miércoles, 5 de marzo de 2008

Fitzcarraldo de Werner Herzog

La imposible aventura de trasladar un gigantesco barco a través de una montaña en mitad de una selva, con ayuda únicamente de la fuerza humana casi raya en la locura. Esta es la escena de Fitzcarraldo que se ha quedado grabada en mi memoria desde que la vi hace más de una década. Interpretada magníficamente por un esquizofrénico Klaus Kinski, el actor fetiche de Herzog, pero también su peor enemigo, según el documental (Mi peor enemigo), donde Herzog cuenta las terribles anécdotas de filmar esta titánica película: en efecto trasladaron la colosal embarcación a través de una montaña, hubo algunos muertos, y además de que la filmación en esas condiciones ya era bastante complicada, el director tuvo que lidiar con el terrible humor de Kinski. La transformación del personaje principal “Fitzcarraldo” durante el filme es fascinante: empieza como un refinado extranjero amante de la ópera quien de a poco se va desgastando física y mentalmente para lograr su cometido a cualquier costo: construir una ópera en mitad de la selva, para lo cual debe trasladar la embarcación a como de lugar a través de la montaña.

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